10 de febrero de 2015

Un país llamado cuerpo

Llevo signos
de interrogación, de admiración
y hasta algún que otro de desconsuelo
Que compone la piel.
Una brigada de soldados desertores
Besándose
Sobre cada omoplato
en extremo desagradable
como todo soldado.

Una cumbia fría
Detrás de cada oreja
Una pausa dactilar
Un crujir de recompensa.
Un toba muriendo
por culpa de mi sangre
Que se pasea
Por mis pies.

Que ese dios no me tenga en su gloria
Ni en ningún otro lado.
O en todo caso, que me tenga
En sus zapatos, como una piedra
Arruinando el plan, divino o no.
El plan tan detalladamente
Horrible que nos tiene.

La solidaridad
Está de huelga en mi cadera.
No caben ni dos billetes
De la ex Unión Soviética
Ni de su hermana democrática
Ni sus primas coloridas
del sur.

Me cansan las películas
Más largas que darnos
Los primeros besos
Y los poemas con montañas
En lugar de cuerpos.
Estamos acá
Palpitamos
Cerca
Una clave.

Tengo el signo
Los cruces y las barcas
De cada una
De las expediciones
A la hoguera
Digo entonces:
Quema
Me
Quema
Me.

No hay comentarios:

Publicar un comentario