26 de febrero de 2016

Algunas anotaciones al pie que hice sobre un ensayo de Buck-Morss

"Cuando logremos encontrar un método para medir históricamente los niveles de información y conocimiento del mundo social que poseen los individuos en distintos momentos históricos probablemente no sorprenderá que está sea la generación más ignorante de la historia. En realidad, eso sería una lectura ligera. Si perfeccionamos un poco lo que acabo de decir, básicamente acabo de plantear un postulado político: la concentración de información sobre el comportamiento general de la sociedad recae cada vez en menos manos. Así, la simplificación de los libros de texto en la educación pública, la suba de la divulgación pseudo-científica, la construcción de un modelo informativo pautado por la necesidad del mercado y las formas estandarizadas de plantear nuestros problemas emocionales recae en una individualización penosa de nuestra capacidad para encontrar soluciones comunes a nuestros problemas individuales. Un ejemplo claro es el slogan del amor propio (self-love), como respuesta al ideario del amor burgués, que sin embargo solo es una variante de esta ultima. La historia es sencilla, abundan los mensajes de "primero amate a ti mismo"; "no existen las medias naranjas" o "no soy tuyo/a" que, aunque claramente de tinte liberador para los marcos clásicos (donde la dependencia entre pares en realidad oculta el modo de dominación machista), construyen el imaginario de la "auto-dependencia", el self-made man del Sueño Americano, repensado desde las relaciones afectivas de forma maravillosa y terrible desde la década del 50 por la revista Playboy. Los postulados del "amor=dependencia" no cambian, solo cambian el objeto, o más bien, autofetichiza la individualidad productiva de los sujetos, incapacitando a su vez la cualidad netamente humana de conectarnos con el otro. Acá, la "estética de la guerra", la anestésica mental de la que habla Benjamin, recobra fuerza argumentativa: el bombardeo de información por parte de los cánones publicitarios, la cultura compartida y mercantilizada y los convencionalismos descuartizan la solidaridad (de clase) para dar lugar a una guerra del todos contra todos. "Si no puede ser mi potencial pareja es mi potencial enemigo", argumento primogénito del machismo, ahora justificado por una estética del auto-amor, un dejar-de-sentir-para-afuera, un resguardo del "desgaste" que tiende a imponer la apertura sentimental con los otros."