21 de junio de 2015

El Nelson



Él, niño
tanto así que cuando hablan de
explotación infantil la primera
y casi siempre única
imagen que me formula el mate
es su carpintería.

Me enseñó lo que era dignidad obrera
sin tener ni yo ni él, idea de que era la dignidad
y menos aún, el por qué de lo obrero.

Nació para el disfrute de la década infame
cartero; de ahí aprendió y enseñó lo que importa
uno: la relación
como vínculo como unión y como amor con el pueblo.
Dos: el oficio
la autogestión como fuerza, hasta las últimas.
Y como algo tan revolucionario daba como miedo
lo echaron del trabajo por no ponerse la cinta negra
cuando murió Eva
-rescatar a anécdota-

Cartero
Carpintero
con su patio
con su nunca quinta
con sus siempre uvas
el patio de él siempre fue un aguantadero de bichos y madera
Hoy es una vidriería que atiende mi primo
-no tiene ni la menor idea de cómo se trabaja con vidrio
pero los Caudana nunca se fijaron mucho
en cómo mierda se hacen las cosas
sólo hicieron
y si pudieron
bien-

el cuidado reglamentado
ordenado
establecido
de los buenos hospitales públicos
de su ciudad natal
dan el broche de oro para el cierre de la repolitización
de esta década ganada para
la salud tercerizada
del interior de Córdoba

y vos te morís
te morís lento
como una película de Coppola
a la vista de poquitos.

Y hoy
triste como el día que le explicaron
que el pimiento se madura fuera de la planta
Él, con su bolso magro,
se va de la plaza.

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