¿Qué forma
tiene la ausencia
al cerrar la mano?
¿de que material del vacío
se llena entonces
ese silencio?
Si no sirve de nada
si el silencio resopla como un toro
cansado
apenado apenas
en lo que se escribe
en lo que se pinta
en lo que se hace.
No hay un How-to-do
para el obrero del arte.
He cristalizado
todas las palabras
o por lo menos las que conozco.
¿Y no he sido capaz con eso
de quitar penas?
¿no es capaz
de dar una sentencia a la tristeza
acaso esto?
El cuerpo este mio
está atrapado en su propio pueblo
en su propia carne.
¡Si hasta los malos lloran!
Si hasta los malos lloran
y encima sus llantos
se sintetizan en acciones.
Y así la tristeza
del representante del HSBC
se convierte en tarifas
en nuevos y gordos números.
Entonces
¿De que forma llenamos
ese vacío de la mano?
Si no va a ser con la flor
que el rocío desbarato en su plan triunfante,
si no es con la solidaridad de la verdulera,
si no alcanza siquiera con
tres infinitos atados
con hilo rojo.
No, mis palabras
no han borrado ninguna de las tristezas
de este mundo
ni la de la hormiga ni la del elefante,
ni la de las fuentes de la plaza
o la del corazón del mozo.
Todas ahí, en sus anaqueles
desempolvadas.
Pues bien, que mis palabras
se conviertan por lo menos
en viento zonda
en ruido etéreo
que se llenen de moho
y polvo
las penas.
Pues mal, que hemos llegado
hasta aquí
y debemos averiguar
el cómo.
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