Con varios muertos sobre los muertos, porque la
acumulación originaria también funciona ahí, cargando con cuerpos
tan ajenos y propios como decidimos cada dìa cuando volvemos al
indecoro.
Podemos decir, 13 años después, miles de papers de
cientistas sociales con sus condiciones materiales nada
materializadas, y con total impunidad que todo fue un exabrupto. Sí,
es la salida fácil. "Se les fue de las manos, los barrios,
todo, se les fue de las manos" dirán entonces los noticiosos y
noticieros.
No. A un pueblo no se le va de las manos la rebeldia.
Y a las fuerzas de seguridad no se les va de las manos los disparos
entre los dedos.
Hoy, Racing campeón y una fabrica de Río Tercero
despide 60 empleados. Un amigo me dice que el chiste es fácil y la
comparación viene pronto: se está repitiendo. Suena una lenta
cumbia y el calor de diciembre absorbe hasta los últimos gramos de
vida de unos pájaros muertos por las gomeras de algún vecino
malicioso.
Yo no enterré a nadie y, es cierto, hablar de esto
es fácil para un pie que ni la vivió, ni tenía conciencia sobre
una realidad que se desmoronaba y que algunos veían con ojos
esperanzados y otros con desesperados binoculares lloraban sus
empresas caídas en desgracia. Efecto tequila era lo que sufrían
clasemedieros desesperados en bares, mientras algunos intentaban
salir de reflote.
Pero lo esencial debe hacerse visible, y es esencial
que todo cambia por cambiar nomas. Ya no hay razones, ya no existen
explicaciones profundas. Hay algo que esta internamente,
exageradamente mal en la forma en que vivimos, y la gente lo nota.
Pero de notarlo a decirlo falta mucho, y ese faltar es lo que va
dejando ruido a trapos mojados, a lluvias que molestan, a saqueos que
no son pero que como el fantasma del comunismo que se cernía sobre
Europa en el siglo XIX, apalea algunos miedos de ricos-no-tan-ricos
como quisieran.
19 y 20, 19 y 20. Como la plata dulce, como el uno a
uno, como el misterio del mercado, todo nos hierve la sangre, nos
quema las ropas. Un poquito por bronca y otro por anhelo, quisiéramos
ser el de la foto en el obelisco.
¿O acaso los muertos terminaron ahí? ¿O acaso se
terminaron ahí los bastones largos, las picanas? ¿No son la
narcopolicia en el narcoestado con el narcogobernador enojado con la
narcopresidenta otra vez la misma tombola tarada en la que se cae por
hablar del mal menor?
Tengo otro amigo que trabaja en un call-center. Ahora
están apretando con la UOM, porque en este país los sindicatos son
organizados a dedo, a los patrones para una suba de sueldo que está
tardando 6 meses. El no quiere saber nada sobre “luchar, crear,
poder popular”, el quiere pagarse el alquiler. ¿Acaso el limite
estratégico de nosotros, auto denominados agentes de cambio, es ese?
¿El limite es luchar o vivir?
Porque cuando busco explicaciones encuentro ese
antagonismo. O luchas, o vivís. Un día te vas a despertar con 40
años y olvídate de esas cosas que decís sobre la revolución es el
consejo repetido. Bueno, me quedan 20 años para intentarlo ¿no?
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