20 de agosto de 2014

Polillas y bibliotecas


Una biblioteca de predicciones acomodadas
tibiamente
en los estantes de cada poro de tu dermis
que se hunden infinitas
en estantes de la memoria.

Tenes la doble cualidad
de estar viva
y sacar lo mas boludo de mi.

Por ahí un cuento de infantes;
por allá un recordatorio-toma.de.nota-apunte de esos cursos intensivos
sea feliz en simples recetas
(nunca elaboradas por tu chef favorito);
lejos lejos los renglones en minúscula libros robados.
Todas las cosas recuerdan, recubren
a vos

vos que sos voces constantes murmurando,
encubriendo,
grillos, perros,
aguas, robles, mujeres,
cortinas, zumbidos,

y mientras, se desploman templos
por mucho menos que eso.
Silencio, y pedis palabra:
se ausentan todos y encallan
en tus rodillas
felices, pobladas,
re pobladas, requeteremil pobladas
por los yo que quedamos.

¿Donde empieza el primer párrafo de tu boca?
Donde encontramos, antropólogos soeces,
el cliché lingüístico de tu entrepierna, mientras palabras
más o palabras
menos
delimitan lineas, condiciones,
una forma ficcional de decir,
de decirte, de que me-digas:
porque aunque ante vos soy
palabras  como ante mi
sos palabras
y volverme reiterativo en esto es necesario,
porque repito
tenes esa doble cualidad:

Obligado, invento palabras, digo mil nombres a tu nombre

Palabras como empiezar,
cuando no, empezar
besos del hastío con los que uno posterga
a los personajes de la historia
los confunde,
atreviendonos a jugar con ellos.

puñado, dos cucharadas, tres mil kilos de polillas
amotinadas en La Tablada, no ya todos por la patria,
sino de una pollera, o un cuerpo, o un somateca
esa patria-cuerpo tuyo del ven-veni

e invento

se juntan todas las polillas en mi lengua...

y bailan.

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