Existía, en un libro que no existe, de una biblioteca que no estaba, un mapa de los sin lugares. Un mapa de los que no estaba presente, de lo que daba rato y de paso por si mismo. Podía ser un día una ciudad triste, otra una ausencia de ganas, una escuela mal levantada, una lluvia sin techos.
Existía, entonces, un libro que nada le faltaba y porque no, nada tenía. Existía un no lugar intrínseco a su existencia.
Existía una biblioteca tan grande como el núcleo de un átomo que conforma una cereza y aun así, existía en su no lugar. En su ausencia se constituía, en su ausencia crecía y reproducía su todo el.
Existen hoy, los sin lugar y sin tanta cosa. Existen los que buscan y los que no encuentran. Existe un libro que no existe en una biblioteca que no esta en una educación que faltó en una ciudad que perdió el rumbo en una terrible desolación. Desolación que despertó a 10, a 20, a 30 o a más.
Desolación que llevo a que tuviera que existir y llevar esa existencia a la boca. Los sin lugar, sin techo y sin comida. Los sin derecho, sin raza y sin cultura. Crearon sus derechos, sus modos, sus razas y sus culturas. Levantaron techos y buscaron comida.
Los sin ahora tenían, y seguían siendo sin, para no dejar a fuera a ningún tenía.
Existe un mapa de los sin lugares que hay que visitar. Los sin lugar de gobierno de Chiapas, los sin lugar de vida justa de las villas, los sin lugar a hablar de los pueblos originarios, los sin lugar a creer y crear de las minorías, los sin lugar a tierras de Brasil. Juntitos se juntan. Juntitos aman sus sin lugares creando tierra e historia.
Existía, en un libro, todo eso, en el futuro lo escribirán, pero existir existía de antes.
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