La quiniela
te quiere
La
quinielera no, ella no, ella solo quiere a su abuelo
Y a su
padre
Freud no
pasa por estas calles y, sin embargo, ella entiende
Que la cuestión
con ellos pasaba por un gesto
Una onda
que hacían con los dedos anular e índice
Que hoy
recuerda con vehemencia mientras te vende un número.
Vos crees
que vas a ganar
Porque hace
todo el día que venís viendo el 32
Es el número
de la suerte en el horóscopo de la revista de Bandera Vecinal
La edad en
la que tu tía se suicido
Un culo y
un pato (si tenes imaginación)
Significa
dinero según la tabla que hay en el local
Y cuando lo
pronunciaste fue el único momento que la quinielera sonrió
Y te vio
los ojos
Con eso bastaba.
Vos sabes
El 32, es
fija.
Y vas y
apostas y en el trajín
Le haces
ojitos a la quinielera
Que siempre
le pasas al frente y nada
Te mira y nada
Nada entre las cejas tupidas algo almodóvar que tiene
Nada entre los hombros excepto el lunar que forma a la Ursa
Major
Según leíste una vez en ese Atlas que compró tu vieja al pibe
Que puerta a puerta intentaba sobrevivir el mes
Nada por
entre los ensueños de recordar ese gesto del abuelo
Y del padre
Heredado
Como único
capital simbólico que le dejaron pucha
A ella
Monotributista
durante años
Ahora con
empleo
-Casi fijo-
Moza los
fines de semana
Y vos ahí,
tan feliz y tan pelotudo
Y tan
contento y tan camisa
Saliendo
temprano comprando verduras
Y vas, pedís
el 32 de esa patente que casi te choca
El número
de pajaros que volaran hoy por una calle de Estambul atestada
De dolor
La página
donde el libro se pone bueno
Es el mundo
queriendo sonreírte aunque no le salga
Prueba y no
le sale
Prueba y no
le sale
Una suicida
la sonrisa del mundo
Prueba
tirarse y no
De todas
formas
La felicidad
es un tiro al aire
Como el que
mato a Pocho
Te van a
decir que fue sin querer
Pero de
veritas
Que te
estaban buscando.
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