18 de enero de 2016

proceso de reorganización emocional

La quiniela te quiere
La quinielera no, ella no, ella solo quiere a su abuelo
Y a su padre
Freud no pasa por estas calles y, sin embargo, ella entiende
Que la cuestión con ellos pasaba por un gesto
Una onda que hacían con los dedos anular e índice
Que hoy recuerda con vehemencia mientras te vende un número.

Vos crees que vas a ganar
Porque hace todo el día que venís viendo el 32
Es el número de la suerte en el horóscopo de la revista de Bandera Vecinal
La edad en la que tu tía se suicido
Un culo y un pato (si tenes imaginación)
Significa dinero según la tabla que hay en el local
Y cuando lo pronunciaste fue el único momento que la quinielera sonrió
Y te vio los ojos
Con eso bastaba.

Vos sabes
El 32, es fija.
Y vas y apostas y en el trajín
Le haces ojitos a la quinielera
Que siempre le pasas al frente y nada
Te mira y nada

Nada entre las cejas tupidas algo almodóvar que tiene
Nada entre los hombros excepto el lunar que forma a la Ursa Major
Según leíste una vez en ese Atlas que compró tu vieja al pibe
Que puerta a puerta intentaba sobrevivir el mes
Nada por entre los ensueños de recordar ese gesto del abuelo
Y del padre
Heredado
Como único capital simbólico que le dejaron pucha
A ella
Monotributista durante años
Ahora con empleo
-Casi fijo-
Moza los fines de semana

Y vos ahí, tan feliz y tan pelotudo
Y tan contento y tan camisa
Saliendo temprano comprando verduras
Y vas, pedís el 32 de esa patente que casi te choca
El número de pajaros que volaran hoy por una calle de Estambul atestada
De dolor
La página donde el libro se pone bueno

Es el mundo queriendo sonreírte aunque no le salga
Prueba y no le sale
Prueba y no le sale
Una suicida la sonrisa del mundo
Prueba tirarse y no

De todas formas
La felicidad es un tiro al aire
Como el que mato a Pocho
Te van a decir que fue sin querer
Pero de veritas

Que te estaban buscando.

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