Ahí va de nuevo, la tropa de los muertos sin alma, los vivos sin calma, las almas sin sombra. Se mueven, se buscan, se forcejean las pieles, los llantos, las risas. Se muerden de arriba a abajo, se destapan las sabanas de fantasma, se mueren de miedo y se dan vuelta para no verse tanto. Ahí van los que tienen sangre de utopía, manos de calor ajeno, ojos de verdades y olor a sol.
Se mueven entre revoluciones de cuerpo, entre fusiles de versos que se disparan directo al blanco profundo, a la sencillez de sus bocas durazno de bienes. Ahí va de nuevo la tropa de todos los sabores que tiene el corazón, las lenguas de piedra. Se pierden entre ellos que son uno, que son dos o que son ellos. Hasta reventar las veredas y romper en lágrimas dulces y sangre de vinagre, carcasa de aire de plata, delta de amor al mar, puro mar.
"Esto que
se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas."
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas."
Octavio Paz
Thomas Saliot |
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