"no te olvides de olvidar el olvido"
Gelman, J.
I.
No Gustavo
la poesía no es
"la única verdad"
es una de las formas
que toma la verdad,
pero no la única.
En todo caso es la forma que toma la verdad
en situación de claustrofobia
ante la inmensidad del sistema del lenguaje
por ejemplo
es verdad si digo que se abren y desabrochan
las camisas de la mañana para
dejar entrar el pecho intemperie a la
cuestión de la vida que es
la cuestión del rigor de la vida
o sea la cuestión a fin de cuentas
de la lucha insoslayable del hombre por el hombre ante la naturaleza
más no niega eso
la necesidad pequeña de hermanarnos en esa lucha con la naturaleza
o es igualmente verdad
si aseguro con la poesía
que es la libertad y no otra la heralda de
los cajones desiertos de fichas medicas
ante los cuarteles de desaparecidos en democracia
o los torturados y desmantelados
por sigilos de necios
pero no por ello eso
la hace única verdad ante los silencios
de otras verdades disonantes
como la verdad del Mercado que es
la verdad del ocultamiento
o la verdad de la tristeza que es
la ausencia de uno ante si mismo
el punto es, Gustavo
que la poesía solo es
la forma esquizoide que toma la verdad
ante el agotamiento de las palabras
y es por ello que la elijo.
Por el agotamiento.
II.
Lo he ido notando, empezó el martes.
Al principio no le di caso, supuse que, como los auriculares que encontré hoy en el bolsillo de mi campera o las llaves que estaban en la mochila, todo aparecería.
Pero no, estaba equivocado, ligeramente equivocado como una abeja que le zumba a un mantel.
El punto es que me fui quedando sin palabras. Me sequé.
Me di cuenta el martes, como decía, la cosa fue así:
al ver una babosa, a eso de las 2 de la mañana, arrastrando su pesado cuerpo de babosa con su viscosidad de babosa y su osadía de babosa dije: ah, mira, una babosa.
Para vos esto debe ser de lo más básico y mi preocupación tal vez parecerá apabullante pero, si nos detenemos un segundo acá, notaras que no dije ni "que bella babosa se mueve como marcando surcos sobre el pantano de adoquines" ni "que babosa mas babosa babeando por ahí".
A lo que voy es que tengo miedo de estar perdiendo mi capacidad de asombrarme ante lo inútil. De nombrarlo y así (al darle significado) revitalizarlo como quien le da un patatús de vida y ZAS! puede seguir como si todo.
Y supongo esa es la cualidad del poeta, por lo tanto, tengo miedo
Porque no quiero dejarme llevar por esta perdida de palabras como me voy dejando llevar por la calvicie que se asoma por encima de mi o como el otoño para un árbol. No quiero dejarme enterrar fríamente en el olvido de los espacios en blanco entre un sustantivo y un adjetivo, entre los silenciosos pliegues de esa babosa inmunda que no me permite nombrarla cuando la veo y debo hacer un esfuerzo titanico para decir sí, esa es la babosa más hermosa o mas tonta del mundo. Ya que si no me da el cuero para nombrar a la babosa como voy a pretender decirte a vos lo bien que te quedan las medias o que la luz artificial del aula 3B cae redonda y horriblemente sobre los pómulos de la profesora y le hace notar un resabio de mapa arrugado que lleva no a un tesoro no a una isla perdida donde quisiera encontrarme única y exclusivamente con vos y no con esa espantosa babosa que me cruce la noche del martes y que me puso triste ya que en su baboseidad se llevaba consigo todas las palabras para decir que
no se como invitarte a tomar una cerveza y que nos conozcamos las pecas y los decires como un gato conoce los techos que es explorándolos.
En fin, quería alertarte sobre el riesgo que corro de enmudecer y des-nombrar, pero sobre todo, la curiosidad que me da el saber
que a pesar de todo, como con la calvicie o el otoño
queda tiempo
para aprovecharlo,
digo...
The Art of Conversation (1963) René Magritte |
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