"Toda la luz está contigo
oh reina de las lámparas"
oh reina de las lámparas"
— Fragmento de Mujer diurna, Ulalume González de León
El Cristo de la última iglesia
Donde entré alguna vez
Tenía la cara despintada.
Fue
la revelación divina más absurda,
Artística
y acida de algo que me parecía lógico.
La pintura se descascara, incluso,
sobre todo,
Esa que parece sagrada.
El Cristo tenía cara de cansado, de
ver
El sufrir y el pasar de un Barrio,
(Barrio Cagstanino, como olvidarte).
Y no se le inmutaba la cara de
dobolu,
Pero el tiempo tiene sin clemencia
Mucho rato para hacer decir lo que quería.
El Cristo, ese Cristo me explicó
algo,
Que el cura en su sermón se olvidó
de comentar.
Las obligaciones divinas poco
entienden
Del paso del tiempo.
Es posible multiplicar panes y
peces
E incluso la Eternidad suena
tentadora, verá.
Pero no,
Simplemente no soy capaz de aceptar
Que entre sus milagros,
No sea capaz
De sacar el más pedorro de los
comunicados episcopales,
Que a los enviados del alto cielo
sobran;
El más pelotudo de los
pronunciamientos celestiales
Donde invites a todos los asesinos
A la fiesta funeraria
Del capital.
Incluso si existiera (que tentación
divina, ¿no?)
Descubriría el fuego tarde, porque
lo humano,
Lo verdaderamente humano
Hoy nos falta.
¿Porque nacimos sin las llagas en
lo dedos
Porque nos hicimos sin pasado,
des-pasados, despacio, despaciados?
Y así, quemándonos entendemos que
todavía hay fe
Pero casi casi siempre
De erratas.
La sombra no me basta
Para atajar tanto dolor
omnipresente.
-nos están matando, nos están
matando-
Gritos, sirenas (sirenas no, por
favor)
Y toda la masacre
Convertida en una
road movie destinada al fracaso
taquillero.
Un carnaval terminando en algún
terreno
Olvidado; dos se aman bajo
banderines
Olvidados también; el llanto la
noche la suerte
Las llaves los juegos lejos,
Y sin embargo,
El Cristo sigue despintado.
Los que quieren que expliquemos
La felicidad, así, cuadro tras
cuadro, casillas
Estos pantalones aquí, allá una
foto, dos tazas llenas
Lagañas, los que
Quieren que expliquemos lo que sea
Se olvidan que así solo se explica
El Por qué no hay tristezas
O porque habiéndolas tenemos que sonreír
Y hoy especialmente
Con unos 6 años de muerte
Nos anda costando.
La verdad, y de pura cháchara
Afuera hay disparos en el aire, veo
caer palomas
Como niños, y que lo naturalicemos
Así, en el metabolismo en el riñón
Es preocupante,
¡mira!,
Caen sin indignarse ningún hijo de
vecino
(¿Yo soy un hijo de vecino?);
La rabia, los costados flanqueados
por
Tus manos ¿y afuera?
Me preocupa tanto afuera.
Un pincel, derramado, sangra.
No sé cuántas bocas
Puede alimentar una gota
De tus asesinos.
La cara tapada
Llora
Y nadie
Nada
Nunca
Tendrá metáforas
Para que vuelvas
Sin ser
Vida.
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