Les Saltimbanques, Gustave Doré - 1874 |
y van multiplicando avispas asesinas
en sus oficinas de piel y corbata.
parece tierra negra
roja de hierro, sangre y oro.
Se van extinguiendo los tesoros
¿algunos pocos? ¿todos?
mastican el poder como ovejas pastando
Y este abrazo que no llega
a ningún lugar.
Que el corazón es un atado
de raíces y memorias
que el fuego es
la sangre convertida en energía,
ruido de las siestas dentro de tus guías.
La ciudad va trepando el lomo de un elefante
mis sueños tienen pesadillas
con el nombre de asesinos en todos los pasacalles.
Sálvame, ave tierna
con encanto ciego
ojos cortados
sabor del olvido.
Sucios juegos, se llevan la boca de dios.
No hay novedad
si no das magnetismo a tu norte
mi brújula no te encuentra jamas.
Los botones explotando
desde la confianza de micro-espectros/extra-dermis
expandiéndose como si...
una constelación.
mi cuarzo cruzando
el color de
la nuca,
tu costilla como habitación.
El ultimo sapo va saltando
llega tarde al estanque
de un saqueo multitudinario,
el zoo se lastima con los ruidos
de niños desposeídos
de las lluvias de un lago mejor.
"¿Donde esta el cordero?
y el Dios que lo prometió"
Escucho a los famélicos caminos
calles de nadie con
nombres de verdugo.
Pero amor,
y este beso que no tiene piernas
para ninguna carta premonitoria.
Ya te veo caminando, como
pájaros
sirenas
con mufa.
Los signos que no se van a borrar
son
la luna que va de fases como un hostel estelar.
Una canción de amor
la fe en las manos
que agotan el ruido
de maquinas de secar.
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