Es El Libertador. No se sabe con rostro mas que humano, con su boina calada, con su bufanda de estrellas; con sus ojos de campesino, con sus manos de derrotado; con sus hijos derrotados con su leche de mujer violenta; con su pañuelo en plaza, con su fusil cargado de sonetos y su sangre como río bravo. El Libertador viene con provisiones y profecías.
Corre y llora y trona por los montes y las pampas. Tiene miedo El Libertador de llegar tarde porque hace siglos que viene viniendo. Algunos dicen que lo vieron como anciana en Tenochtitlan allá por el 1520; otros como poeta con machete en lugar de pluma en alguna isla; algunos poquitos dicen verlo de cuando en cuando, leyendo cuentos y cantando en Bolivia tangos de Gardel en medio de la guerra; y poquitos dicen que vive en Chiapas con un escarabajo con pasamontañas. Yo no le creo a ninguno de ellos.
Yo no le creo a ninguno. A el lo destrozaron muchos, a veces con balas, a veces con Napalm, cuantas veces lo ahorcaron y cuantas veces lo torturaron. El que no es el si no es Ella, que se salva de la desnudez de los gorriones con barrios como espalda y con pies finitos como grillos en la noche.
El Libertador viene, como dije antes, con provisiones y profecías. Le dijeron algunos por ahí que se viene porque ya se vino el día para todos, la noche para ninguno mientras el sigue con sus ramitas secas de menta y de sol. Le lloran los ojos indescriptibles de la humedad de una Amazonia, le queman los gritos libres como el aire que mancha nubes. Trae noticias lindas y noticias feas, noticias de asesinos de mundos y noticias de constructores de prosas. Le dijeron que le dijeron que trae pronta libertad El Libertador.
Ay, que dios absurdo El Libertador, dios que no cree en si mismo y que no es ninguno. Sigue galope muriéndose de ganas mientras lo van matando hace siglos y minutos. Algunos creyeron que lo compraron y otros que lo cazaron. Yo no creo en ninguno de ellos.
Pero para que esto no sea resumen de noticias ni silencio, para que no les deba luego el creer quien es El Libertador, les dejo el juramento de decir que este Señor Grande como una semilla, como un hermano, como encapuchado les digo que por ahí, El Libertador ese único, es cualquiera que se vea oportuno tomar la mano de cualquiera y salir a romper paredes, poderes e injusticias desesperadas. El Libertador mientras tanto cabalga, porque nunca llega tarde si somos nosotros el que lo traemos.
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